Las hormonas son mensajeros químicos que mandan señales de unos tejidos a otros con el fin de obtener una respuesta. Ahora bien, una vez en el tejido de destino, ¿qué pasa? ¿qué lenguaje utilizan las hormonas para transmitirle su mensaje? Lo hacen utilizando sistemas de señalización complejos que empiezan con un receptor. Y una de las características fundamentales de todo el proceso es la ESPECIFICIDAD, que asegura que el mensaje recibido sea precisamente el enviado y así poner en marcha la respuesta adecuada.
Un RECEPTOR es una molécula, habitualmente una proteína, que se pone en funcionamiento al unirse su ligando. Un receptor no se une a cualquier molécula, sino que tiene especial afinidad por unas de ellas, de las cuales se dice que son sus LIGANDOS. Esto no quiere decir que se una exclusivamente a esas moléculas, sino que lo hace de forma preferencial. Por ejemplo, el receptor de estrógenos es específico para estradiol; sin embargo, también interacciona con otras hormonas como el estriol, para el que tiene afinidad media, o la testosterona, por la que tiene baja afinidad (unas 10000 veces menos que por el estradiol).
Figura 1.- Modelo ilustrativo de la relación receptor-ligando.