01 febrero 2017

ENERGÍA - Densidad Calórica

Imagen.- Copyright: Eva Marquina Berenguer
Tan denostada en los últimos años, la energía que nos proporcionan los alimentos es imprescindible para nuestra supervivencia. Sin ella nuestras células no pueden llevar a cabo los procesos biológicos que permiten a nuestro corazón bombear litros de sangre al día, a nuestros pulmones captar oxígeno o a nuestro cerebro pensar. A la vez, una ingesta excesiva de energía durante un tiempo puede suponer un peligro para ellas puesto que se acumula en forma de grasa. Por esta razón es fundamental mantener un equilibrio entre nuestra ingesta de energía y la que empleamos tanto en las funciones vitales como en la realización de actividad física.



La energía no es una propiedad intrínseca de los alimentos. Con estos nosotros no ingerimos energía, sino nutrientes y son nuestras células las que metabolizan algunos de estos nutrientes para obtenerla. Los hidratos de carbono, las grasas o lípidos y las proteínas pueden utilizarse con fines energéticos en nuestro cuerpo. De estos los fundamentales son los hidratos de carbono, sin ellos, el proceso de obtención de energía de los lípidos es deficiente. Por su parte nuestras células utilizan las proteínas como fuente minoritaria de obtención de energía, destinándolas mayoritariamente a otras funciones.